En el siglo
XVII empezaron a circular grandes carrozas de cuatro ruedas tiradas por caballos. Las carrozas transportaban personas y equipaje, y tenían un techo que los protegía de la intemperie. A partir de mediados del siglo
XVIII las carrozas de larga distancia se llamaron diligencias. En cada parada, los viajeros se apeaban y los cuatro caballos eran sustituidos por otros frescos para que pudieran mantener una velocidad de unos 11 km/h.