La desembocadura del Tajo, en Lisboa, la capital portuguesa, forma un gran estuario de 6 kilómetros de longitud, que los lisboetas denominan "el mar de la Paja".
Lisboa, enclavada en la orilla norte del Tajo, domina una de las más bellas radas de Europa, que comunica con el Atlántico por medio de un estrecho que permite el paso del río. Esta rada, llamada "mar de la Paja", en la cual se reflejan las claras fachadas de las casas pintadas de blanco, rosa, ocre, verde o azul, sirve de refugio a las grandes embarcaciones y también a los pesqueros de vivos colores, denominados "fragatas", cuya flotilla surca las amarillentas aguas del río antes de aventurarse en el Atlántico. La carretera que bordea la ribera norte del "mar de la Paja" se prolonga, a lo largo de la costa, hasta Estoril, capital de la "Riviera portuguesa" muy frecuentada en verano.