La mandrágora es una planta silvestre que pertenece a la familia de las solanáceas. Según leyendas de la Edad Media era planta diabólica, y se creía que traía suerte a los bandidos e iluminaba a los hechiceros. Sus raíces, en forma de zanahorias y ahorquilladas, son semejantes a los miembros del cuerpo humano. A ello se debe que se le hayan atribuido poderes mágicos. Se suponía, por ejemplo, que sólo los perros podían desenterrar la mandragora. La raíz se cocinaba con vino, y la bebida así preparada se utilizó como el primer anestésico verdadero. Estudios recientes han probado que la raíz de mandragora posee ciertas sustancias químicas que pueden hacer a un paciente insensible al dolor.
La mandragora prospera en suelo rico y húmedo, en el SE. de Europa y en el Oriente. Tiene hojas grandes y umbeladas, radicales, pues la planta aparenta carecer de tallo; pero éste realmente existe y es subterráneo. Las flores son pequeñas, blanquecinas y de olor desagradable. El fruto es amarillento y carnoso, del tamaño aproximado de una ciruela, y madura a principios del verano.