Los molinos de viento, los eólicos, son máquinas receptoras. El viento, al hacer girar las palas o las hélices, les cede su energía, que es utilizada para mover una muela o una bomba. Se comportan como aeromotores.
Estas máquinas son reversibles. Si en el aire inmóvil se hace girar el aeromotor, se pone el aire en movimiento: si gira en el mismo sentido que antes, el aire también irá en el mismo sentido: y, si no, en sentido inverso.
De acuerdo con este principio, un ventilador, cuyas aletas son accionadas por un motor eléctrico, funciona en tanto que "productor de viento". Se tiene cuidado en proveerlo de una armadura protectora para evitar posibles accidentes: las palas metálicas, lanzadas a gran velocidad, podrían herir a cualquiera que las rozase por inadvertencia.
El eje de algunos ventiladores ejecuta un movimiento de vaivén, lo cual permite ensanchar el área de refrescamiento. Los ventiladores utilizados en la industria suelen ser aparatos muy potentes: como, por ejemplo, los que sirven para la aireación de las fábricas y de las minas. Hay diferentes tipos: ventiladores a reacción, que "cuentan con una rueda de alabe; ventiladores helicoidales, compuestos de una hélice de varias palas: compresores-rotativos, que permiten lograr unas presiones bastante fuertes, etc. Los aparatos helicoidales, que también sirven para airear los locales industríales o los apartamientos, equipan los lugares en los que se estudia la resistencia de las piezas mecánicas por medio de un flujo de aire de velocidad variable.