MITRÍDATES (132?-63 a. de J.C.). Muchos pueblos del Oriente y de Asia Menor adoraron al dios solar Mitra. Denominaban frecuentemente a sus jefes o caudillos Mitrídates, que significa dádiva de Mitra. De ahí que muchos de sus reyes llevaran dicho nombre.
El más renombrado de ellos fue Mitrídates VI el Grande, rey del Ponto (país antiguo al NE. de Asia Menor), cruel monarca asiático que estuvo a punto de vencer a Roma. En las obras literarias latinas su nombre se incluye con respeto y temor. Asumió el trono a temprana edad y pronto se hizo temer en todo el mundo civilizado por su carácter sanguinario. Asesinó a su madre y hermano por conspirar en su contra para despojarlo del trono.
Constante enemigo de Roma, le hizo la guerra en tres ocasiones entre 88 y 65 a. de J.C. Muchos millares de ciudadanos romanos encontraron la muerte en estas luchas antes de que Roma lograra derrotar definitivamente a Mitrídates. En su tercera campaña fue vencido por Pompeyo (Cneo Pompeyo) y arrojado de su imperio, que se convirtió en provincia romana.
Cuando hacía preparativos para levantar otro ejército contra Roma, se sublevaron sus propias tropas. Temiendo que lo apresaran, ordenó a un soldado que le diera muerte. Roma respiró con mayor tranquilidad cuando llegó la noticia de su desaparición.
A pesar de sus tendencias a la barbarie, Mitrídates admiraba la civilización griega, cuyas artes llevó a su país. Tenía aguda inteligencia y se dice que hablaba 22 idiomas.
No se lo debe confundir con Mitrídates II, de Partía (120-88 a. de J.C.) a quien también se llamó el Grande. Fue un rey que pronto se alió con Roma. Su fama se remonta a la salvación de Partía de una invasión lanzada por los sacas (escitas orientales) y a la abrumadora derrota que infligió al rey de Armenia.