En la segunda parte de una trilogía compuesta por Roberto de Borón, en el siglo XIII, y en la cual se enlazan las leyendas célticas con la del Santo Grial, se explica el nacimiento de Merlín, hijo de un demonio (íncubo) y de una virgen.
Aunque consagrado a Dios, y no obstante los prodigios virtuosos que realiza en su vida, Merlín no deja de revelar contornos satánicos.
Los poderes mágicos le ganan el favor de los reyes Pendragón y Uter-Pendragón y, gracias a sus consejos, los sajones quedan completamente derrotados. Al fundarse la Tabla Redonda, Merlín logra que Arturo o Artús, hijo de Uter Pendragón, llegue a ser rey de los bretones.
A partir de la época en que Roberto de Borón amplía la narración, comienza a surgir toda una serie de continuadores que extienden la leyenda por el resto de Europa complicándola con detalles y episodios cuya historia constituye un capítulo sumamente interesante en el desarrollo de la literatura europea.