Richard Strauss, nacido en Munich, Baviera, hijo de un músico, pronto demostró excepcionales condiciones; mas aunque comenzó a componer desde niño, hasta 1890 sus composiciones no presentaban ninguna característica excepcional y era más conocido como director de orquesta que como compositor. Pero a partir de esta fecha, la obra de Strauss empezó a distinguirse por sus radicales innovaciones. Levantó verdaderas tempestades de crítica y de oposición, y en cada nueva obra que estrenaba, se le llenaba de improperios y de ridículo. Sin embargo, poco a poco, el público empezó a familiarizarse con su música y a acostumbrarse a sus métodos; en los últimos tiempos, se le ha considerado como uno de los primeros compositores y directores de orquesta del mundo. En 1898, fue contratado para dirigir la Orquesta de la Ópera de Berlín.
De las óperas de Strauss, seguramente la más discutida es Salomé, y la que ha tenido mejor éxito, El caballero de la rosa. Si sus poemas sinfónicos han despertado tan enconadas discusiones, sus canciones, en cambio, han sido universalmente apreciadas y han situado su nombre entre el de los más grandes autores líricos.
Richard Strauss es autor de lieder, música de cámara, ballets; los poemas sinfónicos Don Juan, Muerte y transfiguración, Vida de Héroe, Tul Eulenspiegel, Don Quijote, Así hablaba Zaratustra; las óperas Electra y Ariadna en Naxos, además de las ya citadas; las sinfonías Doméstica y Alpina, etc.