Un día del verano de 1855, Jean-Francois Gravelet, apodado "Charles Blondín", afamado equilibrista francés, hacía preparativos para intentar la travesía por la parte oriental de las cataratas del Niágara caminando sobre una "cuerda": un cable de 7 cm de grueso y enganchado a 90 m de altura para evitar que lo derribara la fuerte brisa que se levantaba por la caída del agua.
El público aplaudió y lanzó gritos de apoyo. Luego, todo el mundo contuvo el aliento al seguir con la mirada la silueta del equilibrista que avanzaba con pasos cortos muy por lo alto sobre las turbulentas aguas. Tenía que recorrer una distancia de 355 metros.
Cuando por fin llegó al término de su vertiginosa travesía, los reporteros y la multitud de curiosos corrieron hacia él, con entusiasmo. . . ¡y con alivio!
En cuanto a Blondin, quedó tan contento con su experimento que lo repitió once años mas tarde y, en esta ocasión, ¡llevó sobre sus hombros a su empresario!