En 1869, con escasos meses de diferencia, la Sociedad Francesa de Fotografía recibía dos soluciones al problema de la fotografía en colores por método directo. Una estaba firmada por un poeta, Charles Cros, autor del Coffret de Santa/; la otra, por un físico, Ducos du Hauron. Ambos habían partido del hecho de que todos los colores naturales pueden obtenerse mediante la mezcla, en proporciones adecuadas, de tres colores elementales: el azul, el amarillo y el rojo, que pueden denominarse por ello fundamentales. Su procedimiento consistía en obtener tres clisés del mismo objeto, de forma que el primero fuera impresionado por todos los colores, excepto el azul; el segundo por todos los colores, excepto el amarillo, y el tercero por todos los colores, excepto el rojo. De estos clisés se tiraban tres pruebas, que se coloreaban con tinta grasa, el primero de azul, el segundo de amarillo y el tercero de rojo. La superposición de las tres imágenes daba una imagen policroma que reproducía los colores del original aproximadamente.
Basándose en este principio de la tricromía, Louis Lumiere realizó la placa autocroma, que permitía suprimir los filtros. La placa sensible, constelada de minúsculos granos de fécula de patata (de 8 000 a 9 000 por mm²), coloreados de violeta, verde o rojo, constituía por si misma un filtro tricromo.
La técnica de la placa autocroma ha sido reemplazada por otros procedimientos.