El 13 de diciembre de 1961, una sonda, a la busca de petróleo, alcanzó, a los 3 550 metros de profundidad, una capa de gas combustible, que convirtió el pueblecito de Lacq, en los Pirineos Franceses, en un centro industrial de gran importancia.
En Lacq se explota un yacimiento de petróleo, pero, sobre todo, se extrae un gas combustible, cuyas reservas, al parecer, son superiores a los 200 000 millones de m³, cantidad más que suficiente para abastecer durante muchos años a países como Francia o España. En las grandes ciudades, este gas puede competir con el gas doméstico o industrial que proviene de la destilación de la hulla; el gas de Lacq contiene mucho hidrógeno sulfurado, y por eso es necesario depurarlo. En este proceso de depuración se obtiene azufre, lo cual permite a Francia ocupar el segundo puesto en la producción mundial de este producto: 1 400000 toneladas por año.