Entre el Mediterráneo, el Caspio y el golfo Pérsico se extendió en la antigüedad el vasto imperio de los persas. La ciudad de Persépolis, fundada por Darío, reunía un conjunto fabuloso de palacios reales.
Iniciada su construcción el siglo VI a. de J.C., la ciudad real comprendía los palacios de Darío, de su hijo Jerjes y de Artajerjes. Estos edificios se levantaban sobre un montículo artificial de 13 metros de altura. aplanado para formar una terraza de 473 metros de longitud por 86 de anchura. Se llegaba a pie por una gran escalinata doble, y en carro por una rampa muy suave. La maravillosa sala de recepción de Darío podía albergar 10 000 personas bajo su techo, sostenido por cien columnas de 11 metros de altura. El rey de Macedonia, Alejandro Magno, mando incendiar Persépolis en el ano 331 a. de J.C., con lo cual destruyó una inestimable cantidad de obras de arte y preciosos testimonios de la historia antigua.