Muchos de nuestros cuentos favoritos hablan de gigantes. Algunos aparecen en la mitología griega: Atlas sostenía al mundo sobre sus hombros; Prometeo trajo el fuego a la tierra. Tanto Atlas como Prometeo eran titanes, y todos los titanes eran gigantes. La mitología relata las hazañas de los gigantescos Cíclopes, que tenían un solo ojo. En las leyendas escandinavas, los gigantes de hielo sostenían una guerra interminable contra los dioses y los hombres.
La Biblia cuenta como el pequeño David mató al gigante Goliat con un tiro de honda.
En Los Viajes de Gulliver, el personaje principal visita un país habitado por gigantes. Como estos relatos hay otros muchos, donde aparecen hombres o monstruos de estatura extraordinaria. Puede decirse que cada país tiene sus propias leyendas de gigantes.
En la vida real no existen personas tan grandes como las que se describen en los cuentos. Hay hombres y mujeres que sobresalen por su estatura, pero no llegan a tener la altura exagerada y la fuerza descomunal de los gigantes imaginarios.
Los científicos han descubierto que en una pequeña glándula que todos tenemos en la cabeza, radica en gran parte la causa del crecimiento humano. Se le conoce como la glándula pituitaria. Si una persona es alta o baja de cuerpo, se lo debe, por lo general, a esa parte del cuerpo.
En casi todas las leyendas, los gigantes eran crueles y de mal carácter. Sin embargo, la estatura de una persona no tiene ninguna relación con su carácter.
Es posible que nuestros antepasados más antiguos hayan sido gigantes. Al menos. los que se dedican a estudiar e investigar la vida humana, han encontrado huesos de algunos hombres primitivos que llegaron a tener una estatura considerable.
Tal vez las leyendas y cuentos de gigantes tengan su origen en un fenómeno natural.