El profesor de equitación enseña el arte de montar a caballo, en los clubs o en las escuelas de equitación; suele ser un campeón retirado, un jockey o, simplemente, un profesional.
El mundo de las escuelas de equitación difiere totalmente del mundo de las carreras. En ellas se monta por placer, para participar en paseos, cacerías o concursos hípicos. Los cursos comienzan en la cuadra familiarizándose con el caballo y con el aprendizaje del uso de la silla, los estribos, el freno y las riendas. Luego las lecciones prosiguen al aire libre con pequeños paseos. Un buen jinete dirige su montura con la presión de sus piernas, y más raramente con las espuelas o el látigo. Su actitud es flexible, elegante y suelta. El profesor de equitación no ha de limitarse a ser un buen jinete; también ha de ser un pedagogo que sepa transmitir a sus alumnos su ciencia, su arte, su amor a los caballos y el tradicional «espíritu caballeresco».