En Estambul, antigua capital turca a orillas del mar de Mármara, la antigua basílica cristiana de Santa Sofía rivaliza en belleza con su vecina musulmana, la mezquita Azul.
En el año 324, Constantino escogió esta ciudad como capital del imperio romano de Oriente. Suya fue la iniciativa de hacer construir una gran basílica dedicada a la sabiduría divina ("Haghia Sophia"). El paso del tiempo la dañó gravemente; su reconstrucción se llevó a cabo en varias etapas. Tras la conquista turca en 1453, Santa Sofía se transformó en mezquita, con cuatro alminares, para ser recientemente convertida en museo. Su enorme cúpula mide 31 metros de diámetro, y se eleva sobre la nave central a una altura de 35 metros. A 500 metros de distancia, la mezquita del sultán Ahmet levanta su cúpula, flanqueada por seis alminares. Una maravillosa decoración interior en cerámicas azules le ha valido el sobrenombre de mezquita Azul.