¿Quién fue Stendhal?


Biógrafo, crítico, novelis­ta y ensayista fue el gran escritor francés Henri Boyle (1783-1842), mejor conocido por su seudónimo de Stendhal, nacido en Grenoble, una de las grandes fi­guras del romanticismo. Si romántica es su obra, romántica fue su vida: admiró a Napoleón y lo acompañó en sus empresas bélicas hasta la pérdida del Imperio; se enamoró en Brunschwig de Minna von Griesheim; en Viena, de Ale­jandrina Deru, y después, de An­gelina Bareyter; en Milán, de Ange­la Pietragrua, y después, de Matilde Dembowski; posteriormente, fue cón­sul en Trieste y en Civitavecchia.

Descuidado en la forma, sencillo y seco, de estilo impersonal sorpren­dentemente logrado, este gran ob­servador y despiadado ironista no logró grandes éxitos mientras vivió; sin embargo, la posteridad coloca a Stendhal entre las primeras figuras europeas de la primera mitad del siglo XIX, por encima de Balzac y de Merimée. Como biógrafo, es mediocre: tienen relativo interés sus vidas de Haydn, Mozart, Rossini, Metastasio y Na­poleón (incompleta). Mucho mejo­res son sus trabajos críticos: Racine et Shakespeare, donde expone sus teorías acerca del clasicismo y el romanticismo; y la Histoire de la peinture en Italie y RomeNaples et Florence, obra de un espíritu fino y sagaz.

Pero Stendhal, el gran escritor se nos presenta en sus no­velas, entre las cuales, hay dos universalmente cono­cidas y celebradas: Le Rouge et le Noir (Rojo y Negro) y La Chartreuse de Parme (La Cartuja de Parma); Julián Sorel y Fabricio del Dongo son dos personajes trazados de mano maestra; y la des­cripción de la batalla de Waterloo sin pretensiones técnicas, en la segunda de las novelas citadas, es algo de sencillez y grandeza difícilmente superables. La narración póstuma Luden Leuwen, publicada en 1893, menos conocida que las anteriores, no es menos interesante.

Y si Stendhal, como novelista es extraordinario, no lo es menos el ensayista. Su famoso ensayo sobre El Amor es algo original y soberbio que contiene pasajes y pen­samientos de antología. La ironía del escritor cam­pea por la obra desde el principio hasta el fin: Beyle hace "una descripción exacta y científica de una clase de locura muy rara en Francia". Mas aunque no tan conocido, es también formidable su ensayo postumo Souvenirs d'égotisme, publicado en 1893, verdadero manual de stendhalismo contempo­ráneo.

Henri Beyle es el más moderno de los románticos franceses; esta impresión se ha ido concretando y reafirmando a medida que se han ido publicando los trabajos postumos del gran novelista. Esa mo­dernidad explica el poco éxito que alcanzó en su tiempo y la extraordinaria importancia que se le viene dando en el siglo XX. Sin embargo, Stendhal se carac­teriza por su propensión al análisis, y es un ver­dadero hijo del siglo XVIII; pero lejos ello de recti­ficar los juicios anteriores, los reafirma: él mismo tenía gran orgullo en sentirse precursor y en decir que no sería leído y comprendido hasta 1860 ó 1880. El error puede estar en las fechas, porque a Sten­dhal, se le ha leído, comprendido e imitado mejor que nunca en el siglo XX.

Stendhal sentía una pasión tan grande por Italia, que dispuso que se co­locara en su tumba la inscripción que empieza así: Arrigo Beyle, milanese.

Otras obras conocidas de Stendhal son: Armance, L'abbesse de Castro, Vittoria Accoramboni, Vanina Vanini, Promenades dans Rome, Mémoires d'un touriste, La vie de Henri Brulard (autobiográfica) y varios volúme­nes de correspondencia.