Una vez lleno el recipiente, el vaquero sólo ha de escurrir la ubre. De este modo puede ordeñar aproximadamente unas quince vacas por hora.
Con este sistema se desvanecen, sin duda, los encantos de la poesía pastoral, pero el dios Rendimiento no se preocupa de las divinidades agrestes.
En algunas vaquerías modelo, unos altavoces difunden periódicamente música suave. Se ha comprobado que si unos diez minutos antes de ordeñar se crea un ambiente sonoro agradable —vals lento de Strauss o la Barcarola de los Cuentos de Hoffmann, por ejemplo—, los animales se predisponen a esta operación al producirse cierta relajación muscular, visible en la hinchazón de la vena ventral y de la ubre.