Luciano nació en Samosata, a las orillas del Eufrates (Siria). Ejerció como abogado y escritor profesional de discursos en Antioquía. Viajó por el Asia Menor, Grecia, Italia y las Galias, ganándose la vida con declamaciones y lecciones de retórica. A los 40 años se estableció en Atenas y se dedicó a la filosofía y a escribir.
Luciano es el creador de dos formas literarias que le han dado fama universal: en primer lugar el diálogo satírico, que ha sido muy imitado en diversos tiempos y en diversas literaturas y, en segundo término, el cuento fantástico y la narración burlesca, en que están inspirados Los Viajes de Gulliver y algunas de las invenciones de Rabelais. En los Diálogos de los Dioses se burla de ciertos mitos como el nacimiento de Atenea, los enredos amorosos de Apolo, el juicio de Paris y la historia de Polifemo y Galatea. En Los Diálogos de los Muertos Luciano critica a los vivos desde el punto de vista del otro mundo en conversaciones de los grandes personajes desaparecidos.
El Icaromenipo es un cuento fantástico en que Menipo, después de visitar a la luna, llega al Olimpo en donde Júpiter, para recibir las oraciones que suben de la tierra, abre de cuando en cuando las grandes tapas de las claraboyas que están en el piso del Olimpo. Luciano escribió también novela en su Verdadera Historia, relación burlesca de viajes; se le atribuye Lucio o el Asno, narración inspirada en un original perdido que sirvió también de modelo a Apuleyo para El Asno de Oro.
Además de su brillante fantasía, su don de la parodia y su sentimiento vivo del ridículo, distingue a Luciano su prosa ática, por la que es indudablemente el primer estilista de su tiempo. Entre sus numerosas obras hay algunas dedicadas a la crítica literaria y artística y a la biografía.