Las plantas carnívoras se alimentan de insectos y otros animales pequeños, además del alimento que ellas mismas producen a través de la fotosíntesis. Son carnívoras porque generalmente viven en lugares pantanosos en los que el suelo no contiene los minerales que necesitan. La carne les proporciona los nutrientes adicionales. Entre este tipo de plantas están las atrapamoscas, las plantas de jarro y las lentibularias.
Las venus atrapamoscas utilizan un mecanismo similar a un cepo. La planta permanece con las hojas abiertas esperando que un insecto se pose en sus coloridas superficies. Después, las cierran de golpe atrapando al insecto en el interior. La planta disuelve el cuerpo de los insectos con unos jugos digestivos especiales y luego absorbe el líquido. Insectos como las libélulas son sus víctimas más frecuentes, pero animales más grandes como las ranas también han caído en su trampa. La planta tarda cerca de dos semanas para digerir una libélula.
Las plantas de jarro poseen hojas en forma de jarro llenas de agua y tapas para protegerse de la lluvia. Atraídos por el néctar perfumado, los insectos llegan a la boca de la trampa, pero pierden la estabilidad por la superficie resbaladiza y caen dentro del líquido. Como no pueden salir, se ahogan.
Las lentibularias son plantas acuáticas que poseen trampas en forma de vejigas en sus hojas y tallos. Si una posible víctima pasa cerca, la vejiga, que parece una burbuja, se abre y se cierra atrapando al animal adentro para luego ser digerido.