Cuando el eje de la peonza o trompo está absolutamente vertical, la única rotación que se manifiesta es el girar de la peonza sobre este eje. Pero si ésta se inclina al perder velocidad, el eje describe un cono cuyo vértice es el clavo de la peonza: se trata del movimiento de precesión, que puede ir acompañado de pequeños balanceos (el movimiento de nutación). ¿Por qué el trompo, una vez lanzado, se mantiene en equilibrio, "de pie" y "solo"? La respuesta es la misma que damos al hablar del diábolo.
Esta estabilidad del eje de rotación es la misma que permite que ruede un aro o que se pueda montar en bicicleta.