Antes de la era cristiana, los acróbatas chinos ya utilizaban grandes sombrillas a guisa de paracaídas. Se lanzaban así desde lo alto de los acantilados, ante espectadores fascinados. En 1783, en Montpellier, el francés Lenormand repitió sin saberlo la técnica china: desde lo alto de una torre saltó al vacío provisto de dos sombrillas abiertas.
Pero el primer salto verdadero con un paracaídas digno de ese nombre fue efectuado por el francés André Jacques Garwerin: el 22 de octubre de 1797 se elevó en globo a 700 m sobre París y tras haber cortado las cuerdas que unían la canastilla al globo, se dejó caer, llevado por su "globo-paracaídas", y aterrizó sobre el césped del parque Nonceau.
El primer salto desde un avión data de 1912: el capitán norteamericano Albert Berry se lanzó al aire con un paracaídas.
Pero ¿no es mayor hazaña todavía saltar sin paracaídas? en 1972, la aeromoza checoslovaca Vesna Vulovic cayó en caída libre desde un avión incendiado. Sobrevivió a esa caída de 10 160 m, ¡pero estuvo 16 meses en el hospital!