La sordera y el ser duro de oído no son la misma cosa. La sordera significa una pérdida total o casi total de la audición, junto con la incapacidad para comprender el habla. Una persona puede nacer sorda, o haber nacido con audición normal y volverse sorda a causa de un accidente o enfermedad.
Las personas que pierden algo de la capacidad de escuchar durante su vida, son llamados duros de oído. Estas personas pueden escuchar y entender algo del lenguaje si se les habla fuerte. Los niños que nacen sordos o con dificultades auditivas tienen problemas para aprender a hablar, porque no pueden oír e imitar los sonidos que otras personas hacen.
La mala audición es a veces el resultado de cosas que podrían haberse evitado. Las infecciones graves como el sarampión, la amigdalitis, y las paperas pueden provocar una mala audición si no son tratadas con prontitud. A veces, la mala audición es causada por el sonido en sí. Si una persona oye continuamente fuertes explosiones o vibraciones violentas, puede llegar a sufrir una pérdida auditiva.
Muchas personas sordas tienen perros que han sido entrenados para alertar a sus amos de timbres de llamada, de alarmas que suenan, y de bebés que lloran.