Gracias a la fermentación, proceso natural y espontáneo, el zumo de uva se transforma en vino. Unas levaduras -hongos microscópicos que crecen en el hollejo de las uvas- convierten el azúcar del mosto en alcohol y bióxido de carbono, que se desprende en forma de burbujas (para acelerar dicho proceso también se pueden agregar otras levaduras).
El químico francés Louis Pasteur descubrió en el siglo XIX que una levadura transformaba el azúcar de la fruta en alcohol mediante una compleja serie de reacciones. El azúcar y el alcohol constan de los mismos elementos -carbono, hidrógeno y oxígeno- pero en diferentes combinaciones de moléculas.
Para elaborar cerveza se añade levadura a una mezcla de agua y malta, la cual suministra el azúcar que se convierte en alcohol. Para hacer champán el vino se fermenta dos veces, y en el líquido se retiene el bióxido de carbono producido por la segunda fermentación para que se formen las burbujas.