Una de las curiosidades más extrañas del cuerpo humano tiene que ver con las cosquillas, puesto que si bien uno puede sentir las que otro le hacen, es difícil sentir las que uno se hace a sí mismo.
Esto sucede, de acuerdo con el Dr. R. Flanagan, del Centro de Estudios Neurocientíficos en Canadá, debido a que mecanismos neurológicos "avisan" al cuerpo dónde nos haremos cosquillas, activando un mecanismo de atenuación.
La explicación radica en que los mamíferos procesamos tal cantidad de información proveniente de los sentidos que el sistema nervioso descarta aquellos estímulos que le parecen irrelevantes o innecesarios para la supervivencia. Las cosquillas autoinflingidas pertenecen a esta clase de estímulos.