Si se abandona un trozo de pan en un lugar húmedo por varios días, probablemente se cubrirá de una red semejante a una densa telaraña de pequeños hilos blancos, aparentemente cubierta de un polvo negro. Examinándolo al microscopio se verá que la red está formada por muchos hilos largos incoloros entrelazados, que tienen dos clases de ramas: unas llevan en el extremo unas minúsculas bolas negras, las cuales contienen las esporas destinadas a la reproducción; las otras ramitas son cortas y penetran en el pan, sirviendo de rizoides absorbentes. Esto es lo típico de los mohos, que constituyen una clase de hongos.
El moho prospera siempre en aire húmedo y caliente, especialmente donde hay abundancia de materia orgánica. Corrientemente, los mohos son saprofitos, esto es, que se alimentan de sustancia vegetal o animal muerta. Algunos son parásitos que toman el alimento de seres vivos. Estos se llaman también mildiu.
Entre los mohos comunes se distinguen los negros y los verdes, caracterizados por el color de sus esporas. Como las esporas de los mohos existen siempre flotando en el aire, pueden atacar rápidamente cualquier alimento cocinado o en descomposición, fruta, confituras o cueros, a menos que se mantengan en lugar seco y frío. Algunos mohos se emplean para aromatizar quesos, pero algunos son venenosos.
Los mildius o mohos parásitos generalmente se dividen en dos grupos. Los pulverulentos crecen en la superficie de hojas, ramas, flores y frutos. Otros se desarrollan dentro de las plantas que atacan y se manifiestan sólo cuando, al producir esporas, el órgano que las lleva sale al exterior. Estos últimos causan el añublo o mildiu de la papa, de la uva y de muchas otras plantas, produciendo grandes daños.