Para que los humanos podamos digerir cualquier producto lácteo es preciso que el cuerpo cuente con una enzima llamada lactasa que sirve para romper las moléculas de la lactosa, azúcar presente en la leche, y así hacerla digerible.
Casi todos los bebés son capaces de sintetizar la lactosa, pero en cuanto abandonan la lactancia, la concentración de esta enzima disminuye.
En aproximadamente 30% de los mexicanos, la cantidad de lactasa es muy escasa para procesar totalmente la lactosa de la leche mientras que para otro 10% la capacidad de digestión de la leche es nula. Esto crea malestares ante la ingestión de lácteos que provoca dispepsia y diarrea.