Una pelota de golf bien golpeada puede recorrer hasta 275 metros gracias a los hoyuelos de su superficie, la cual revolucionó el juego a partir del siglo XX. Pero sí fuese lisa, se desplazaría a lo sumo unos 65 metros en la cancha.
El golf comenzó a practicarse en Holanda y Escocia en el siglo XV, con pelotas hechas con gutapercha, una sustancia parecida a la goma.
Cuando se descubrió que las pelotas marcadas por los golpes volaban más lejos que las nuevas, los fabricantes comenzaron a adornarlas con estrías entrecruzadas, y en 1906 se pusieron a la venta las primeras pelotas con centro de goma y forro ahuecado.
¿Por qué los hoyuelos hacen que la pelota llegue más lejos? Cuando una pelota lisa está en vuelo, una capa de aire se adhiere a su superficie frontal y luego se separa de ella y se arremolina en la parte posterior hasta aminorar su velocidad. Los numerosos hoyuelos de una pelota de golf, en cambio, hacen que el aire se pegue no a su superficie frontal sino casi a la parte posterior de la misma, lo cual crea menor resistencia que en una pelota lisa.
Los hoyuelos tienen otra finalidad: como la pelota de golf siempre gira hacia atrás al ser golpeada, aquéllos jalan aire hacia la parte superior de su superficie y producen una diferencia de presión que ocasiona que la pelota se mantenga más tiempo en el aire.