El antiguo derecho romano requería diez testigos en cada boda para que esta fuera legal. Pero debido a que estas antiguas personas eran muy supersticiosas, creían que los espíritus malignos envidiaban la felicidad de la novia y el novio.
Así que hicieron que estos testigos vistieran exactamente igual que el novio y la novia para confundir a los malos espíritus, y así evitar que descubrieran quienes eran las dos personas que se iban a casar y que pudieran hacerles mal de ojo.
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