Un río grande le da forma a la apariencia del campo en que fluye. El río joven, corriendo hacia abajo de las montañas, talla un canal entre las rocas. Durante muchos miles de años, el canal puede ensancharse y profundizarse, para convertirse en una gran garganta, o cañón, que puede ser de un kilómetro o más de profundidad y muchos kilómetros de largo. Un ejemplo famoso es el Gran Cañón en los EUA. Este enorme cañón, mostrado en la ilustración, fue formado por las aguas del Río Colorado. En las regiones secas, los ríos pueden secarse de tiempo en tiempo. En contraste, donde cae mucha lluvia, las corrientes de la montaña, se convierten en torrentes impetuosos, arrastrando hacia abajo partículas pequeñas de cieno y grava, hasta los planos inferiores. A veces arrastran este material sólido, junto con otro que levantan en las planicies hasta llegar al mar. Allí, en el delta o estuario, se puede descargar el cieno, para formar áreas lodosas poco profundas.
Cuando un río caudaloso sube mucho su nivel durante la estación de las lluvias, a menudo sobrepasa sus riberas, depositando lodo sobre el campo cercano. Este evento ha cambiado dichos campos en una forma muy especial. Debido a que el lodo del río es tan rico en los minerales que necesitan las plantas, los campos cercanos a las orillas de los ríos, aún en los lugares desérticos, son fértiles, con abundante vida vegetal. Esto llevó a las primeras civilizaciones a construir los primeros pueblos y ciudades sobre las orillas de esos ríos, como el Nilo en Egipto, el Tigris y el Eufrates en la Mesopotamia y el Hwang Ho en China.