A quien se debe el mérito de la vulcanización es al norteamericano Charles Goodyear, aunque hay quien dice que el mérito fue relativo y más bien producto de la casualidad. Esa casualidad habría consistido en que a Goodyear, mientras experimentaba con ambos materiales, se le cayó un trozo de caucho mezclado con azufre sobre una estufa encendida, lo que le permitió comprobar que el caucho adquiría tenacidad, mayor solidez y elasticidad, es decir, que se acentuaban sus características más positivas y desaparecían aquellas que, aislado, le provocaba el calor. Pero parece cierto que Goodyear, comerciante de profesión y aficionado a la química, conocía los experimentos de Thomas Hancock, quien unos años antes había obtenido una muestra de ebonita al fundir una mezcla de azufre y caucho puro. Lo que Goodyear consiguió en 1839 fue una mezcla de ambos elementos pero mucho más elástica y resistente que la ebonita, al rebajar la proporción de azufre entre un 2,5 y un 10 por ciento en lugar del 40. El hallazgo resultó sensacional. La vulcanización hizo posible la moderna industria del caucho; el descubrimiento llegaba, además, en plena Revolución Industrial, con lo que pronto adquirió un gran impulso la fabricación a base del nuevo tratamiento. Las lágrimas del árbol que llora, significado de cahu chu, nombre que los indios brasileños daban a la planta y que Occidente adoptó, habían hallado su utilidad industrial.
¿Quién hizo posible la moderna industria del caucho?
A quien se debe el mérito de la vulcanización es al norteamericano Charles Goodyear, aunque hay quien dice que el mérito fue relativo y más bien producto de la casualidad. Esa casualidad habría consistido en que a Goodyear, mientras experimentaba con ambos materiales, se le cayó un trozo de caucho mezclado con azufre sobre una estufa encendida, lo que le permitió comprobar que el caucho adquiría tenacidad, mayor solidez y elasticidad, es decir, que se acentuaban sus características más positivas y desaparecían aquellas que, aislado, le provocaba el calor. Pero parece cierto que Goodyear, comerciante de profesión y aficionado a la química, conocía los experimentos de Thomas Hancock, quien unos años antes había obtenido una muestra de ebonita al fundir una mezcla de azufre y caucho puro. Lo que Goodyear consiguió en 1839 fue una mezcla de ambos elementos pero mucho más elástica y resistente que la ebonita, al rebajar la proporción de azufre entre un 2,5 y un 10 por ciento en lugar del 40. El hallazgo resultó sensacional. La vulcanización hizo posible la moderna industria del caucho; el descubrimiento llegaba, además, en plena Revolución Industrial, con lo que pronto adquirió un gran impulso la fabricación a base del nuevo tratamiento. Las lágrimas del árbol que llora, significado de cahu chu, nombre que los indios brasileños daban a la planta y que Occidente adoptó, habían hallado su utilidad industrial.