Hoy parece difícil de comprender, pero la rueda tardó mucho en inventarse. Durante siglos se desarrollaron avanzadas civilizaciones sin que en ellas se emplease la sencilla máquina que hoy nos parece la rueda, ni para transportar ni para emplearla en cualquier otra actividad práctica.
Parece ser que la rueda hizo su aparición en Mesopotamia hacia el año 3500 antes de Cristo. Hasta entonces, lo más parecido a la rueda y lo que probablemente determinó su invención, había sido el rodillo, sobre el que se arrastraban pesadas cargas, y que seguramente nació como herramienta para el hombre cuando éste utilizó el tronco caído de algún árbol. La leyenda sitúa la invención de la rueda en Sumeria, en la Mesopotamia meridional, y nos la muestra íntimamente ligada a la aparición del carro. Según parece, el consejero de un rey de Sumeria presentó un día a éste una invención suya que les permitiría ganar todas las guerras. Era un carro. Una plataforma arrastrada por dos onagros, o asnos salvajes, que se movería gracias a cuatro ruedas macizas unidas por ejes que se moverían al mismo tiempo que ellas. Esta es la primera noticia que tenemos acerca del uso práctico de la rueda, y lo cierto es que pronto los carros sumerios dieron una notoria superioridad bélica a sus ejércitos. Con la rueda nacía el elemento fundamental del transporte terrestre. Pero el invento del consejero sumerio iba a encontrar igualmente multitud de derivaciones y aplicaciones: la polea, que sustituyó a la rampa o plano inclinado en la elevación de grandes pesos; las ruedas de molino para triturar el grano; el torno del alfarero, que permitió industrializar la cerámica; la rueca de hilar; el timón de los barcos, etcétera.