Cuando el templo de Júpiter fue quemado el año 83 antes de C., se hizo una nueva colección de máximas y consejos de cerca de mil renglones, recogida de todas las ciudades de Grecia, Italia y Asia Menor, conservada hasta el año 404 ó 408 después de C., fecha en que los cristianos consiguieron que fuese quemada públicamente.
Los autores griegos y romanos citan a varias sibilas o profetisas, las cuales, según la leyenda, vivían hasta edades increíbles. En la Capilla Sixtina de Roma, se admira una famosa pintura mural de Miguel Ángel en la que aparecen cinco famosas sibilas, que fueron en realidad mujeres sabias a las que los antiguos atribuían don profético: la de Cumas, la Deifica, la Eritrea, la Líbica y la Pérsica. Se las consideraba inspiradas por alguna divinidad, especialmente Apolo, y vivían en cuevas aisladas o junto a manantiales que consideraban fuentes de inspiración, a donde se acudía a consultarlas.