La necesidad de lavarse con jabón
Nuestro cuerpo, para poder funcionar constantemente como es debido, necesita eliminar las escorias perjudiciales que produce día a día. Los gases, el vapor acuoso y los residuos del metabolismo son expulsados en abundancia y de modo continuado a través de los pulmones y los ríñones. La piel, aunque en menor medida, expulsa también sin cesar las mismas substancias perjudiciales. ¿Cómo se produce este fenómeno? La superficie de nuestro cuerpo está plagada de minúsculos tubitos que desembocan en unos pequeños orificios llamados poros. A través de estos poros se produce la respiración de la piel. Si nos cubriéramos todo el cuerpo con una capa impermeable, por ejemplo de barniz, moriríamos al cabo de pocas horas intoxicados por las substancias perjudiciales que no hallarían los canales necesarios para su salida. La suciedad es la causa principal de la mala respiración de la piel. Por consiguiente, lavarnos con frecuencia el cuerpo, y no sólo las manos y la cara, significa protegernos contra los peligros de infección.