Algunos productos se disuelven en el agua. Sin embargo, los cuerpos grasos resisten su acción si no son emulsionados por medio del jabón o cualquier otro detergente. El jabón divide la grasa en pequeñisimas partículas y envuelve cada una de estas en una finísima película que hace imposible cualquier nueva aglomeración del cuerpo graso. Los jabones se fabrican a base de grasas animales o vegetales, que se hacen hervir con sosa cáustica.