En las salas de espectáculos, y especialmente en las que permanecen a oscuras durante la función, como los cinemas, los acomodadores acompañan al espectador hasta su butaca.
En la oscuridad de los cinemas o en el dédalo de pasillos y palcos de los teatros, los espectadores no sabrían encontrar su sitio si alguien no los guíase. Ese alguien es el acomodador, quien, provisto de una linterna, se desplaza silenciosamente, esforzándose en molestar lo menos posible a las personas ya instaladas. En casi todas las salas recibe por sus servicios una propina de manos de los espectadores. En las que está prohibido aceptar propina, la dirección del establecimiento suele dar un salario más elevado. Es difícil obtener un empleo de acomodador, y se da el caso de vender o comprar el puesto, cuando el que lo disfruta decide abandonarlo. En algunos lugares, los propios acomodadores venden bombones y helados en los entreactos, para completar sus ingresos.