El campo de las exploraciones abarca los volcanes y sus cráteres, tanto si se hallan en actividad como apagados. La inmensa energía del fuego central de la Tierra se manifiesta violentamente en la superficie del globo en forma de lavas incandescentes, explosiones, vapores sulfurosos, fuentes termales y nubes ardientes. Estudiar los volcanes equivale a prever sus cóleras y eliminar las tristes consecuencias de las catástrofes que provocan. Los sabios vulcanólogos son auténticos médicos que filman las erupciones, graban los ruidos, analizan los gases y miden las temperaturas despreciando el peligro.