Probablemente, si a cualquiera de nosotros nos dijeran que representáramos de manera gráfica un átomo, dibujaríamos una especie de sistema solar en miniatura con su sol en medio -el núcleo- y una serie de planetas -electrones- orbitando alrededor. Así, al menos, nos lo enseñaron en la escuela. Sin embargo, esta representación simbólica, que se debe al físico danés Niels Bohr, sirve para reflejar la carga de energía de los electrones, pero no reproduce su ubicación real. En un átomo, los electrones no están dispuestos alrededor del núcleo como los planetas en torno al Sol, sino que forman algo parecido a una nebulosa.