Los seres humanos evolucionamos hace muchos siglos a partir de mamíferos parecidos a los simios, cuya principal actividad era trepar a los árboles de las grandes selvas prehistóricas. Sus brazos y manos eran largos, y las piernas, más bien pequeñas y robustas. A lo largo de miles de años, esas selvas desaparecieron, y los primeros humanos se encontraron con que tenían que correr y caminar la mayor parte del tiempo. Mientras más rápido corrían, con mayor facilidad cazaban sus alimentos y escapaban de sus enemigos. Por lo tanto, surgieron piernas largas y esbeltas que les permitían moverse a gran velocidad. Esto significa que nuestras piernas tienen huesos resistentes y músculos poderosos que las mueven.