El vehículo del calor puede ser el aire, el agua o el vapor circulantes por unas canalizaciones que pasan antes por una o varías calderas.
Uno de los primeros sistemas de calefacción central ha sido el del aire caliente (calorífero). El aire, al calentarse, se hace más ligero y asciende por sí mismo a través de unos conductos que desembocan en las llamadas bocas de calor. Cuando se trata de locales vastos (como, por ejemplo, los grandes almacenes), el aire es calentado e impulsado por medio de aerotermos, aparatos autónomos equipados con baterías eléctricas y con potentes ventiladores. En las calefacciones por circulación de agua, las conducciones alimentan los radiadores. En la parte más alta de la instalación se encuentra un vaso de expansión o depósito de sobrante. Este depósito se abre o no en el aire libre según que la calefacción sea a baja presión (puesto que la circulación se realiza sencillamente por diferencia de densidad) o a alta tensión (agua muy caliente, cuya circulación es acelerada o forzada con ayuda de bombas). También suele recurrirse a la calefacción por radiación. La emisión de calor se efectúa partiendo de superficies de calentamiento muy extensas, que son las que presentan unos tubos en serpentín alimentados por agua caliente y empotrados en los suelos o en los techos. La calefacción central tiene tendencia a "centralizarse" más aún: en primer lugar, con instalaciones gracias a las cuales todo un conjunto de inmuebles puede ser calentado a partir de un solo grupo de calderas; y luego, con las instalaciones de calefacción urbana cuyos conductos pueden ramificarse sobre distancias de varios kilómetros. De este modo, el calor es distribuido a domicilio, lo mismo que el agua, el gas y la electricidad.
En las regiones cuyo subsuelo contiene agua muy caliente, ésta puede ser utilizada como calefacción. En Siberia, donde ha sido descubierta una inmensa capa subterránea de agua caliente, los soviéticos están tratando de emplearla con vistas a una calefacción que sería "central" en toda la extensión de la palabra: podría servir a ciudades enteras. Este calor resultaría más barato, pero no gratuito: no hay que olvidar que, sea cual sea la forma en que la naturaleza nos proporcione la energía, siempre hay que "pagar" para ponerla en funcionamiento.