William Makepeace Thackeray (1811-1863). En opinión de más de un crítico, este novelista y humorista británico es el hombre de letras más representativo de su tiempo. Sus obras completan 26 volúmenes de obras en prosa y en verso, parodias, ensayos, trabajos de biografía y crítica, sin que haya una sola de ellas, como dice Federico Harrison, que no tenga algún valor. Era Thackeray un gentleman que escribió en el lenguaje del hombre de su tiempo. Y como dijo un enemigo suyo, su conocimiento del corazón humano era más grande que el de cualquier otro, con excepción, probablemente de Shakespeare, Cervantes y algunas otras grandes figuras.
Thackeray nació en Calcuta, India, el 18 de julio de 1811, hijo único de Richmond y Ana Becher; su padre, que estaba al servicio de la East India Company, murió cuatro años más tarde, y a la edad de seis años, el niño fue enviado para su educación a Inglaterra. En 1860, fue el primer director de Cornhill Magazine, en el que se estaba publicando Dennis Duval cuando sobrevino su muerte.
Al idealismo de las hermanas Bronte, se opone el realismo objetivo y documental de Thackeray, que sin utilizar el método científico, ni caer en el extremo de los naturalistas, acentuó los elementos descuidados por la corriente sentimental, siguiendo así el gusto por lo concreto y lo positivo que representa la otra modalidad de la época victoriana. Después de sus estudios en Cambridge y la pérdida del patrimonio en las mesas de juego, se hizo pintor, periodista, conferenciante y caricaturista; y obligado por la necesidad a ganarse la vida con la pluma, logró derrochar con ella lo que le quedaba de su vivaz ingenio. En tanto que Dickens, de origen humilde y burgués, se inspiró preferentemente en la vida de las clases media y proletaria, él fijó su atención en las clases que mejor conocía: el mundo de las finanzas y la aristocracia; por lo tanto, los dos novelistas se complementan para darnos el cuadro típico del período social en que vivieron.
Vanity Fair (La feria de la vanidad, 1847-1848) le dio a Thackeray notoriedad inmediata; es una novela sin héroes, cuyo título se deriva de un tratado místico de Bunyan, en la que actúan cinco títeres humanos cuyos hilos son movidos por un despiadado conocedor de la hipocresía y el egoísmo, en la atmósfera solemne de los años de Elba y Waterloo. Publicó después The history of Pendennis (1849-1850). El ensayo The English humourists of the Eighteenth century es la obra crítica más perspicaz o menos desordenada del fecundo escritor. Sirvió de preparación a The history of Henry Esmond (1852), que es un excelente cuadro histórico de la época de la reina Ana, en el que trata el delicado asunto psicológico de los amores de un tipo ideal de amante generosa y maternal, lady Castlewood, con su primo Henry Esmond. Ésta es, desde el punto de vista artístico, la obra maestra de Thackeray. The Virginians (1857-1859), continuación de la anterior, y The Newcomes (1853-1855) son otras dos novelas importantes del gran prosista inglés.