El té era prácticamente un artículo de primera necesidad en las colonias inglesas de América. Pero los colonos no estaban dispuestos a dejar que la metrópoli les hiciera pagar impuestos mientras no tuvieran ellos representación en el parlamento que acordaba tales impuestos. Al revocarse la ley de la estampilla en 1766 se realizaron otras tentativas de imponerles ciertas contribuciones. Tales tentativas fallaron porque los colonos se negaron a comprar las mercancías gravadas. En consecuencia, el gobierno inglés suprimió todos los aludidos gravámenes, menos el del té. Se mantuvo éste para demostrar que la metrópoli tenía derecho a cobrar impuestos en sus colonias. El impuesto era muy pequeño pero los colonos, como el gobierno inglés, se enfrentaban al problema desde el punto de vista del principio que entrañaba. Mientras las mujeres de los colonos hacían infusiones de hierbas y cortezas para sustituir el té, los hombres sostenían que "El cobro de impuestos sin representación es tiranía".
En noviembre de 1773 llegaron a Boston tres barcos cargados de té. Durante 15 días el pueblo no los dejó desembarcar. El gobernador Hutchinson, por su parte, se negaba a hacer volver los barcos a Inglaterra. El resultado fue el famoso Motín del Té de Boston. Un grupo de colonos, disfrazados de indios, abordaron los barcos y echaron al agua unos 300 cajones de té valuados en cerca de 90.000 dólares. Como castigo, la Gran Bretaña cerró el puerto de Boston hasta que no se pagara el valor del té, y nombró a un gobernador militar. El resentimiento de las colonias provocó la reunión del primer Congreso Continental en Filadelfia (1774).