LA INVENCIÓN DEL SISTEMA BRAILLE
Posiblemente muchos estarán de acuerdo en que uno de los mayores atractivos de la lectura es el de poderla practicar individualmente, en esos momentos de soledad, bien escogidos, o bien impuestos por las circunstancias, por los que siempre atraviesa el hombre. Pues bien, hasta hace poco más de un siglo a los ciegos les estaba vedado este recurso de la lectura y se veían obligados a depender de un lector amable si querían penetrar en los secretos del mundo de la cultura escrita. Fue un maestro francés, Louis Braille, el que tendería el puente a través del cual los ciegos podrían acceder solos a ese mundo. Nacido en Coupvray en 1809 y ciego él mismo desde los tres años, dedicó toda su vida a estudiar música y a la enseñanza de los ciegos. Su sistema, que después sería aceptado en todo el mundo, es tan elemental como ingenioso. Sabido es el extraordinario desarrollo del sentido del tacto que produce la falta de visión. Pues bien, L. Braille, sencillamente, ideó un alfabeto en el que las letras se sustituían por un código de puntos prominentes, que serían fácilmente identificables por los dedos. Este alfabeto consta de 63 caracteres mediante los que se expresan las letras, los signos de puntuación y los números, así como los símbolos químicos y los signos matemáticos. Cada uno de estos caracteres se basa en la distinta combinación de seis puntos en relieve. Actualmente están traducidas al sistema Braille las más importantes obras de la literatura y el pensamiento universales.