Los principios religiosos que regían la vida de los celtas eran establecidos por los druidas: sacerdotes a quienes los celtas prestaban una obediencia absoluta. La doctrina religiosa enseñada por los druidas se basaba en la inmortalidad del alma. Los antiguos escritores griegos y romanos nos refieren que los druidas practicaban sacrificios humanos y desarrollaban sus ritos en la espesura de las selvas. Además, eran médicos, astrólogos y adivinos. A ellos se confiaba la educación de los jóvenes.