Los antiguos griegos fueron los primeros en lograr un paso fundamental en la descripción del ambiente geográfico. En su esfuerzo por aportar una explicación a algunos de los problemas fundamentales relacionados con el hombre, no podían descuidar ninguna fuente de conocimientos.
Los estudios geográficos propiamente dichos nacieron por tanto en Grecia, en la cuna de la civilización occidental. Uno de los primeros mapas geográficos que ha llegado afortunadamente hasta nosotros representa la cuenca del mediterráneo de una manera muy sumaria, pero esencialmente válida. Más allá de las Columnas de Hércules, el río Océano rodea las tierras como una mordaza: nadie tenía entonces noticias acerca de la configuración geográfica de aquellas zonas. Mucho más exacto resulta, por el contrario, el perfil del Mediterráneo, que registra con notable precisión los principales elementos que lo caracterizan: islas, penínsulas, golfos, desembocaduras. Interesantes son, por otra parte, los intentos de trazar el recorrido de algunos de los más importantes ríos: el Danubio, el Nilo, y los ríos de Mesopotamia.