Y, sin embargo, a muchos navegantes no les cabía la menor duda. Demasiados eran, en efecto, los elementos que contribuían a reforzar era redonda, y no lana tal cono se había dicho siempre.
¿Cuáles eran los datos en los que se basaban estas certezas? Ante todo, la frecuentísima observación de que, cuando un barco de vela se acerca a la orilla desde el horizonte, lo primero que se distingue de él son las velas, y después el casco; y también aquella otra según la cual, cuando uno se aleja en barco de un puerto, parece como si la Tierra se hundiera en el mar. En segundo lugar, el hecho de que el Sol, a una misma hora, cae perpendicular en algunas partes, mientras que en otras aparece a una altura inferior sobre el horizonte. Además, la comprobación de que todos los cuerpos celestes poseen forma esférica