El inglés sir John Harrington fabricó el primer inodoro en 1596. Al principio, solo los ricos podían permitirse un aseo privado. Mucha gente utilizaba orinales y los vaciaba en las cloacas de la calle por la mañana. Cuando en 1832, millones de personas murieron de cólera en Europa, se promulgaron leyes que alentaban a todo el mundo a usar el inodoro.
Era común que los primeros inodoros estuviesen ricamente decorados porque eran un bien lujoso que sólo muy pocos podían permitirse.