Imagínate un mundo sin computadoras (no mucho tiempo atrás). No tendrías Internet para ayudarte con tu tarea, y muchas cosas más que nos resultan imprescindibles actualmente.
El primer ordenador fue inventado en 1834, mucho antes que la radio, la TV, el teléfono, e incluso mucho antes de implementarse la electricidad en las ciudades. El inventor, Charles Babbage, llamó a su equipo la Máquina Diferencial. Era esencialmente una calculadora mecánica muy compleja.
De hecho, nunca logró terminarla. Babbage dedicó otros 37 años en el diseño de la Máquina Analítica, un precursor de los primeros ordenadores de propósito general.
A decir verdad, las computadoras (más o menos como las conocemos ahora) dieron el gran salto en el siglo 20: Konrad Zuse Z3 fue la primera computadora programable, inventada en 1941.
Colossus era el nombre del primer ordenador completamente electrónico. Se usaba para romper los códigos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.
A finales de la década de 1950 ya había ordenadores más pequeños y más baratos (sin embargo, todavía tenían el tamaño de un autobús de dos pisos).
Los microprocesadores, componentes programables que miden apenas unos milímetros, fueron inventados por el empleado de Intel, Ted Hoff en 1971. Sólo uno de ellos era tan poderoso como los antiguos equipos de 30 toneladas de la década de 1940.
En la década de 1980 las computadoras ya eran lo suficientemente baratas y pequeñas para que las personas las compraran y utilizaran en casa. Actualmente, el poder de las computadoras están por todas partes, y los más modernos dispositivos electrónicos, desde lavadoras hasta coches, disponen de una.
Aunque Charles Babbage nunca logró completar la Máquina Diferencial por sí mismo, el Science Museum de Londres logró construir una en 1991, con motivo del 200 aniversario del nacimiento de Babbage. ¡Y funcionó!