La ilusión creada por los espejos irregulares puede pasar de lo gracioso a lo ridículo, pues sus ondulaciones y concavidades distorsionan en forma inesperada las imágenes que reflejan: las piernas de una persona pueden verse largas y delgadas, el tórax corto y ancho, y otras partes del cuerpo amorfas y volteadas de cabeza.
Los espejos planos reflejan los rayos de luz de los objetos directamente a los ojos, mientras que los irregulares lo hacen en diversas direcciones.
Una superficie convexa hace que las cosas se vean más pequeñas de lo que son -el espejo retrovisor de los automóviles suele ser algo convexo para que el conductor tenga una visión más amplia- y una superficie cóncava amplifica las imágenes.
Cuando una persona se mira al espejo, su cerebro actúa como si alguien idéntico a ella estuviese parado detrás de aquél. En un espejo plano, la imagen parece estar a la misma distancia hacia atrás que la persona parada al frente. En cambio, un espejo convexo hace que los rayos se desvíen y la imagen parezca más lejana, en tanto que uno cóncavo hace que los rayos converjan y el reflejo se vea más cerca.