El arte de elaborar vinos quizás se originó en Egipto hace unos 6.000 años. En ese tiempo el vino se fermentaba en ánforas de barro que no se sellaban. Más tarde los griegos perfeccionaron un ánfora que se podía sellar herméticamente para dejar que los vinos maduraran.
Los romanos usaban recipientes de madera para guardar los vinos, pero como la madera deja pasar el aire, no era posible aejar éstos, así que debían tomarse sin madurar.
No fue sino hasta la invención de la botella con tapón de corcho, hacia 1750, que se logró añejar vino en grandes cantidades.
En 1985, un Cháteau Lafite, que había pertenecido a Thomas Jefferson, el tercer presidente de Estados Unidos, se vendió por 105.000 dólares. Al abrir la botella se descubrió que el vino estaba echado a perder. En 1989 un comerciante puso a la venta otra botella de la cava de Jefferson en 519.000 dólares, en Nueva York, pero por desgracia la botella se rompió accidentalmente antes de que alguien la comprara.