Hace 4 mil años, los chinos ya fabricaban una especie de pasta blanduzca a base de leche helada. Este postre estaba reservado para la clase acomodada y era símbolo de grandes riquezas.
En Europa, los helados de leche y frutas aparecen repentinamente en Italia en el siglo XIV, atribuyéndose equivocadamente el mérito de estos postres a Marco Polo y a un pastelero toscano, Bernardo Buontalenti.
En 1533, cuando Catalina de Médicis se casó con el hijo de Francisco I, el futuro Enrique II, rey de Francia, se valió de los helados de frutas italianos para demostrar al resto del mundo las cualidades culinarias de su país.
En los años veinte, el confitero norteamericano Harry Burt de Youngs-town, Ohio, ideó el primer helado sustentado por un palito.
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