El reloj de arena


  El reloj de arena es un pequeño instrumento que mide el tiempo.
  Afirmar que la inmensa mayoría de los relojes marcan la hora podría parecer una perogrullada. Sin embargo, no lo es, ya que algunos de ellos -los de arena, por ejemplo— en vez de marcar la hora "miden el tiempo". Como la arena que encierran los relojes de este último tipo —muy fina— cae lenta y regularmente, estos aparatos son de una precisión considerable. En la actualidad, se siguen usando para medir el tiempo de cocción de un huevo o la duración de una llamada telefónica. Sin embargo, e nuestros días, el ama de casa dispone de aparatos mas precisos: el cuentaminutos sonoro la avisa cuando ha transcurrido el tiempo de cocción y el automático detiene la cocción en el momento oportuno.

¿Qué es un reloj de sol?

   El Sol se mueve de oriente a poniente. Durante el día, la sombra de una vara clavada en el suelo gira regularmente. Marquemos en el suelo la posición que ocupa la sombra a las distintas horas del día. Habremos construido un reloj de sol.
   La regularidad del movimiento aparente del Sol fue observada ya por los pueblos antiguos; durante mucho tiempo fue aprovechada para determinar de forma aproximada la hora. Sin embargo, este método tenia el inconveniente de que solo podía usarse durante el día (mejor dicho, durante los días de sol). Antes de que se inventasen los relojes mecánicos, se emplearon otros ingeniosos procedimientos para medir el tiempo: por ejemplo, el nivel que alcanza el agua en un recipiente que se va vaciando lentamente, el de una vela que se va consumiendo con regularidad o el de la arena que va cayendo de un departamento al otro de un reloj de arena.

Canción de amor

   Muchos son los poetas inspirados en el amor o en la belleza de una mujer para componer sus versos. Dante se inspiró en Beatriz; Petrarca, en Laura, y casi todos ellos vivieron anhelantes de ser correspondidos, sin lograr nunca el amor de la mujer soñada. Este es también el caso de Ibn Zaydun, un cordobés de la época de los reinos de Taifas que, al ser desdeñado por la princesa Wallada, de la que estaba enamorado, se convirtió en un gran poeta, pues los lamentos de su corazón se transformaron en hermosos poemas. He aquí unos lamentos del poeta que, desde al-Zahra, desgrana sus tristes y apasionados versos a la amada:

Desde al-Zahra con ansia te recuerdo: 
¡Qué claro el horizonta! ¡Qué serena 
nos ofrece la tierra su semblante 
La brisa con el alba se desmaya: 
Parece que, apiadada de mis cuitas 
y llena de ternura, languidece... 
Hoy, triste, me distraigo con las flores 
de los ojos imán, donde la escarcha 
juega vivaz hasta inclinar sus cuellos. 
Pupilas son que, al contemplar mi insomnio
sollozaron por mí; por eso el llanto 
irisado resbala por su cáliz...
Todo excita hacia ti mi afán ardiente, 
mi recuerdo tenaz, que no ha dejado 
mi pecho, por estrecho que se viera.

   La correspondencia en verso de Ibn Zaydun con Wallada dio motivo a una leyenda de amor cuyo protagonista es el poeta abandonado.
   Ibn Zaydun nació en Córdoba er 1004. Es el mejor poeta neoclásico de la España musulmana en su época llegó a ser célebre a causa de sus cartas amorosas a una princesa omeya. Murió en 1070.